El partido que marcó la semifinal de la Sudamericana
En la tarde del martes, el estadio de Coquimbo se convirtió en el escenario de una de las actuaciones más destacadas de la campaña de Universidad de Chile. Ante un Alianza Lima que buscaba la remontada, los azulinos lograron un 2-1 que les abrió la puerta a la fase semifinal del torneo continental.
El autor del segundo gol, Javier Altamirano, se lució con un disparo de zurda que dejó sin reacción al guardameta peruano Guillermo Viscarra. El gol llegó tras una jugada colectiva que comenzó con un pase de pecho de Fabián Hormzábal, una pieza inesperada que encontró al mediocampista en el borde del área. Altamirano controló el balón y, sin pensarlo, la envió a la red, ampliando la ventaja y descolocando al rival.
El análisis de los comentaristas coincidió en calificar el momento como “excepcional”. No solo por la calidad del disparo, sino por la precisión táctica de la combinación entre Hormzábal y Altamirano, que dejó a la defensa contraria sin opciones. Además, el jugador mostró una capacidad de recuperación y presión constante que fue clave para mantener el dominio del juego durante los 90 minutos.
Tras el pitido final, Altamirano atribuyó el triunfo al trabajo en equipo y al empeño de todo el plantel. “La clasificación es fruto del esfuerzo colectivo. Cada entrenamiento, cada indicación del cuerpo técnico ha contado”, declaró frente a los micrófonos. Sus palabras reflejaron la unión que se percibe en el vestuario, donde la ética de trabajo ha sido el motor de los resultados.
La postura de Altamirano ante la Supercopa
Con la semifinal ya garantizada, la atención se desplazó a la Supercopa, un torneo que ha generado debate dentro del club. Mientras la directiva ha manifestado su intención de no participar, los jugadores, liderados por Altamirano, han dejado clara su postura contraria.
En una rueda de prensa posterior al partido, el mediocampista explicó que los jugadores están “más que dispuestos” a luchar por ese título. “Queremos competir, queremos seguir demostrando que somos capaces de ganar en todos los frentes. La Supercopa es una oportunidad para seguir creciendo como equipo”, afirmó.
Esta posición revela una diferencia de visión entre el cuerpo técnico y la administración del club. Por un lado, la dirección argumenta motivos económicos y de agenda; por otro, el plantel insiste en la necesidad de seguir enfrentándose a los retos para consolidar su ambición internacional.
El deseo de Altamirano y sus compañeros de participar en la Supercopa también está ligado a la idea de generar más experiencia competitiva para los jóvenes que están emergiendo en la plantilla. “Cada partido cuenta, y la presión de una final nos ayuda a madurar. No queremos perder esa oportunidad”, puntualizó.
En los últimos encuentros, Universidad de Chile ha mostrado un fútbol sólido y una mentalidad ganadora. La defensa ha mantenido la hoja limpia en la mayor parte de los partidos, mientras que el mediocampo, con Altamirano como figura central, ha dictado el ritmo y ha generado la mayoría de las ocasiones de gol.
El futuro cercano plantea varios escenarios: una posible semifinal contra un rival sudamericano de gran nivel, y la decisión final de la directiva respecto a la Supercopa. Lo que está claro es que la voz de los jugadores, encabezada por Altamirano, seguirá resonando en los próximos días, marcando el rumbo del club.
En definitiva, el desempeño del mediocampista y su liderazgo dentro y fuera del terreno de juego han sido determinantes para el actual buen momento de Universidad de Chile. Tanto en la Sudamericana como en la discusión por la Supercopa, la figura de Altamirano se consolida como un punto de referencia para la afición y el proyecto del equipo.
Patricia Perra
Javier Altamirano está demostrando que no solo es un mediocampista técnico, sino un líder de verdad. Ese gol no fue suerte, fue resultado de horas de trabajo en la cancha, de entender el espacio, de leer el juego. La combinación con Hormzábal fue pura química, y eso no se improvisa. La Supercopa no es un detalle, es una oportunidad para consolidar una identidad ganadora. No podemos quedarnos atrás por miedo a la agenda o por cálculos económicos. El fútbol se juega con corazón, no con hojas de cálculo.
Maia Rich
Me conmovió lo que dijo sobre los jóvenes. No es solo sobre ganar títulos, es sobre darles el espacio para que se conviertan en jugadores completos, no solo en fichas de un sistema. Yo vi a un chico de 18 años en el banquillo el otro partido, con los ojos muy abiertos, mirando cada jugada como si fuera su primera vez. Eso es lo que Altamirano quiere: que cada uno de ellos sienta que su aporte importa, que cada entrenamiento cuenta, que cada pase, cada desmarque, cada caída, tiene un propósito. No es solo fútbol, es formación humana. Y eso, en un mundo donde todo se mide en likes y ventas, es raro, es valiente, es necesario.
adolfo acuña
Ojo, no estoy en contra de la Supercopa, pero hay que verlo con realismo. La directiva no está siendo caprichosa, está gestionando un club con limitaciones reales. ¿Y si ese partido se juega en medio de una racha de tres partidos en 7 días? ¿Y si se gasta dinero en traslados que podrían ir a mejorar el centro de entrenamiento? No es un problema de voluntad, es de prioridades. Pero sí, Altamirano tiene razón: los jugadores necesitan ese nivel de presión. Tal vez la solución no es no jugarla, sino jugarla con una plantilla mixta, con los jóvenes y algunos titulares. Un puente entre la ambición y la realidad.
Javiera Arenas Quijada
Altamirano es el tipo de jugador que hace que el fútbol vuelva a tener alma. 🔥 El pase de pecho de Hormzábal fue un detalle de genio, pero lo que realmente impacta es su liderazgo silencioso. No grita, no hace gestos, pero en el campo se siente su presencia. Es el tipo de jugador que cuando se cae, se levanta primero para ayudar a un compañero. La Supercopa no es un trofeo, es un test de madurez colectiva. Si la directiva se niega, que al menos permita que los jugadores lo voten. Este no es un club, es una comunidad. Y las comunidades se construyen con participación, no con decretos.
Ivan Sandoval
Lo que está pasando aquí va más allá del fútbol. Es un choque entre dos mundos: el del rendimiento inmediato, que mide todo en victorias y dólares, y el del crecimiento orgánico, que entiende que el talento no se compra, se cultiva. Altamirano no está pidiendo un trofeo, está pidiendo tiempo. Tiempo para que los jóvenes aprendan a manejar la presión, para que la afición sienta que el club no se vende, sino que se construye. La Supercopa es un símbolo, pero el símbolo verdadero es la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Si el club quiere ser grande, no puede tener dos voces. O se juega con todo el corazón, o se juega con la mitad del alma. Y nadie quiere ver a un equipo con la mitad del alma.
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