Chile y Argentina Resta Importancia a la No Reunión Entre sus Presidentes Durante la Breve Visita de Javier Milei

Es curioso cómo la gente se agita por una reunión que nunca iba a suceder. El gasoducto sigue funcionando, las facturas se pagan, y la energía fluye. ¿Realmente necesitamos que dos presidentes se abracen en una foto para que la cooperación sea real? La diplomacia no se mide en selfies, sino en tuberías y contratos que no se rompen.

Lo que importa es que GasAndes cumplió su primer trillón de pies cúbicos. Eso no lo borra ningún ego presidencial. Si Milei fue a un evento empresarial y Boric tenía otra agenda, ¿qué hay de malo en eso? No es un rechazo, es logística. La política es ruidosa, pero la energía es silenciosa y eficiente.

La ausencia de un encuentro presidencial no es un desaire, es una señal de madurez diplomática. Ambos gobiernos reconocieron que la visita tenía un carácter técnico y no político, y actuaron en consecuencia. Esto demuestra que las relaciones bilaterales no dependen de la personalidad de los líderes, sino de instituciones sólidas. La reunión de los cancilleres es el paso lógico, no un remedio.

Me pregunto si alguien más notó que el evento de GasAndes tuvo la presencia de Frei. Eso habla de algo más profundo: la continuidad de la cooperación energética más allá de los gobiernos de turno. Es como si el gasoducto fuera un tercer actor en esta historia, más estable que cualquier presidente.

¡Claro, claro! Todo es 'personal' cuando a Milei no le da la gana de saludar a Boric. ¿Qué más esperaban? Un presidente que llama 'socialista' a su vecino y luego viene a su país sin ni siquiera decir hola. No es logística, es desprecio disfrazado de pragmatismo. Chile no necesita que Argentina nos trate como un apéndice energético mientras su presidente se pasea por aquí como si fuera un youtuber de moda.

¡OHHH SÍ! ¡Milei vino a Chile como un rudo de la calle y se fue sin firmar ni un café con Boric! ¡Qué drama! ¡Qué tragedia! ¡Qué deshonra para la patria! ¿Y qué? El gas sigue fluyendo, la electricidad no se apagó, y los camiones de gasolina no se quedaron varados en la frontera. ¿Quieren una foto con abrazo? Pues vayan a TikTok, no a la cancillería. La diplomacia no se hace con emojis, se hace con tuberías y facturas pagadas.

Yo lo vi en la tele. Milei estaba con la camisa abierta, sin corbata, y hablaba con los ingenieros de GasAndes como si fueran sus mates del barrio. Boric no iba a ir, pero tampoco se le notó la falta. La verdad, más vale así. No necesitamos más fotos de presidentes con sonrisas forzadas. El gas no se detiene por un apretón de manos.

Hay algo hermoso en que la cooperación energética siga avanzando sin necesidad de que los líderes se den la mano. Es como una amistad entre vecinos que nunca se dicen 'te quiero', pero siempre se prestan la escoba o el pan. El gasoducto es esa amistad hecha metal y tuberías. No necesitamos ceremonias, necesitamos continuidad. Que los cancilleres hagan su trabajo, y que la gente siga encendiendo sus estufas sin preocuparse por quién se sentó a la mesa de qué presidente.

El 'carácter personal' es el eufemismo preferido de los diplomáticos cuando hay un fracaso de comunicación. Milei no fue a Chile para ver a Boric, fue para exhibir su ideología anti-estatal en un evento corporativo. No es pragmatismo, es performático. Y Boric, por su parte, evitó el escenario para no legitimar una narrativa que no reconoce el rol del Estado en la soberanía energética. Esto no es diplomacia, es un ballet de egos.

¡Otra vez con el discurso de 'no es un desaire'! ¿Cuántas veces tenemos que oír eso? Cuando un presidente llega a otro país y no se reúne con su homólogo, es un desaire. Punto. No importa si fue a un evento de gas. Eso no excusa la falta de respeto institucional. Chile tiene derecho a esperar más que una visita de paso de alguien que nos llama 'socialistas' en sus videos. No somos un escenario para su show mediático.

Si Milei no se reunió con Boric, es porque sabe que Chile no es un país de segunda. Aquí no nos dejamos manipular con discursos de libertad económica mientras nos usan como proveedores de gas. La visita fue un gesto vacío, y el silencio de Boric fue la respuesta más fuerte que se podía dar. No necesitamos abrazos, necesitamos soberanía.

El primer trillón de pies cúbicos es un logro enorme. Eso significa que durante más de 20 años, sin interrupciones, se ha mantenido una infraestructura crítica que beneficia a millones. No es solo gas, es confianza. Es tecnología, es planificación, es trabajo de ingenieros, técnicos, operadores. Eso es lo que realmente importa. Las reuniones presidenciales vienen y van, pero este tipo de logros duran generaciones.

¿Sabes qué es lo más filosófico de todo esto? Que el gas no entiende de ideologías. No le importa si Milei es libertario o Boric es progresista. Solo fluye, porque la física no negocia. El gasoducto es una metáfora perfecta: dos naciones conectadas por algo más profundo que la política. Es como el río que cruza fronteras sin pedir permiso. Tal vez deberíamos aprender de él: no discutir, simplemente fluir juntos.

No hay que dramatizar. Las relaciones entre países no se construyen en fotos de saludo, sino en acuerdos técnicos que se cumplen año tras año. El hecho de que los cancilleres se reúnan es un buen signo: significa que el sistema sigue funcionando. Si Milei hubiera ido a una cumbre de la CELAC, sí habría sido un gesto político. Pero fue a un evento de una empresa privada. No es una falta, es una coincidencia de agendas. Y eso está bien.

Milei vino a Chile como un turista de la ideología. Se sacó fotos con el gasoducto, se tomó un café con ejecutivos, y se fue sin siquiera mirar a Boric a los ojos. Es el típico neolibertario que cree que el mercado lo soluciona todo, pero no entiende que la diplomacia no es una transacción, es un pacto social. Si no hay respeto entre jefes de Estado, no importa cuántos trillones de pies cúbicos se muevan: la confianza se rompe en el alma.

Mi abuelo trabajó en la construcción de la primera línea de gas entre ambos países. Él decía que el verdadero puente no era el tubo, sino el trabajo de los hombres y mujeres que lo construyeron. Hoy, cuando veo a los políticos pelear por una foto, me duele. Ellos no construyeron nada. Solo se aprovechan de lo que otros hicieron. Que los cancilleres hagan su trabajo. Que la gente siga calentándose. Eso es lo que importa.

Miren, esto es lo que pasa cuando la política se convierte en espectáculo. Todo debe ser un evento, una declaración, un viral. Pero la vida real sigue su curso: las familias chilenas usan gas argentino, las fábricas funcionan, los colectivos se mueven. Esa es la verdadera diplomacia: la que no necesita micrófonos, ni cámaras, ni declaraciones. La que se mide en kilovatios y metros cúbicos. El trillón de pies cúbicos no es un número, es un acto de fe entre dos países que, a pesar de las diferencias, decidieron confiar en la ciencia, no en las palabras vacías. Eso es lo que realmente vale. Y eso, amigos, no lo puede borrar ningún presidente.